Revista Ágora: Mirador. Autogol

Mirador. Autogol

. 12/4/10
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Para Lucy. Recupérate pronto. Te necesitamos.

El partido del sábado entre Real Madrid y Barcelona refleja perfectamente el estado de la política española. ¿A qué me refiero? Como dice San Agustín, “lo sé mientras no me lo pregunten”. Cualquier aficionado del Barça, con un mínimo de conocimiento y conciencia sobre la historia política de España y sin la necesidad de ser catalán entenderá lo que quiero decir y sabe a lo que me refiero, aunque no esté de acuerdo. El hincha del Madrid, con todo respeto, suele ser un poco más difíciles de concienciar. El sábado, la política de la sencillez pulverizó a la política de cartera en un partido de fútbol.

El Partido Popular (PP), bastión de la derecha española, se encuentra sumido en el más severo escándalo que haya brotado en España desde 1976. Fundando por un ex ministro del gobierno de Francisco Franco, Manuel Fraga Iribarne, el Partido Popular unificó a la derecha española: por un lado, a elementos con grandes vínculos (Fraga mismo) con el recién terminado régimen dictatorial para institucionalizar en un partido los supuestos básicos del franquismo; por otro, aglutinó en uno solo a los incipientes partidos liberales y demócratas cristianos fundados a la muerte del dictador.

La semana pasada, en el marco del veinteavo aniversario del nombramiento de José María Aznar como presidente del PP en una espléndida comida a orillas del Guadalquivir, en Sevilla, resurgió el clima de tensión que ronda desde hace más de un año en el partido fundado por Fraga. Y resurgió nada menos que de viva voz del ex presidente: “Los españoles no entenderían que el Partido Popular dejase de ser incompatible con la corrupción” (El País, 8-04-2010). Como bien apunta este diario, lo más significativo es que Aznar pronunció estas palabras frente a partidarios que se han visto envueltos en corruptelas, como el “Caso Naseiro”, un caso de financiación ilegal y de enriquecimiento ilícito por parte de diputados del PP justo tras la llegada de Aznar a la presidencia de su partido en 1990.

El “caso Gürtel”, que puede catalogarse como “Naseiro, segunda parte”, salió a la luz pública en febrero de 2009, cuando el juez Baltasar Garzón abrió una investigación contra un entramado de operaciones ilegales cuya cabecilla era el entonces empresario vinculado al Partido Popular, Francisco Correa (hoy tras las rejas), quien supuestamente se hacía llamar Don Vito y que fue, haciendo honor a su apodo, padrino de bodas de la hija del ex presidente José María Aznar. Los detenidos fueron acusados de cohecho, tráfico de influencias, blanqueo de capitales, fraude fiscal y asociación ilícita: una completa red de corrupción que se veía favorecida por contratos municipales en las Comunidades de Madrid, Valencia (por ahí salió salpicado el presidente de la Comunitat, Francisco Camps) y Galicia, para nutrirse de fondos de entidades públicas —se habla de decenas de millones de euros en cuentas de bancos suizos.

Por otro lado, el caso Gürtel resurgió puesto que Luis Bárcenas, senador por Cantabria y ex tesorero nacional del PP, según declaraciones del 6 de abril de agentes de la policía, se embolsó más de 1.3 millones de euros en Valencia. Dos días después, el 8, Bárcenas pidió su baja temporal del Partido junto con Jesús Merino, diputado por Segovia. En suma, toda una máquina corruptora. ¿Cómo repercutirá esto en las elecciones de 2012, cuando aún no se conoce a todos los implicados y cuando aún existen miles de documentos por revisar?

Por su parte, el juez Garzón, una figura cuya integridad y jurisprudencia características son conocidas en todo el mundo, entre otras cosas, por la orden de arresto que promovió en contra de Augusto Pinochet por crímenes contra la humanidad, ha sido víctima de tres querellas en su contra, la última de las cuales fue presentada el 25 de febrero de 2010 por Ignacio Peláez, abogado de otro empresario implicado en el Caso Gürtel. Garzón es acusado de haber autorizado el monitoreo de las conversaciones entre Peláez y su cliente en la cárcel, lo cual puede entenderse como delito de prevaricación (dictar a sabiendas una resolución injusta). Aún así, el delito de Garzón, si es que lo hay, no se compara en nada a la red de corruptelas operada por Don Vito con dinero público proveniente de alcaldías y Comunidades en que el Partido Popular tiene el poder.

**El sábado, desde un palco de honor del Santiago Bernabéu, un rostro atribulado contemplaba el dominio catalán en la cancha: los desequilibrios de Messi, la seguridad de Valdés, los sobrehumanos pases de Xavi, las piernas de gacela de Dani Alves y la elegancia de Guardiola. No. No era el rostro de Florentino Pérez o del Príncipe de Asturias. Era el rostro de José María Aznar, ex presidente del gobierno español.

[Sobre el autor: Rainer Matos Franco estudia la licenciatura en Relaciones Internacionales en El Colegio de México; también te puede interesar leer la entrada sobre "El radicalismo checheno".]

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