Muchos años han pasado desde que la editorial Progreso traducía y difundía al mundo la palabra comunista. Hoy, la decisión de imprimir un libro pocas veces denota una ideología de la casa editorial. El mercado de la impresión es altamente oligopólico, con cuatro editoras multinacionales que imprimen desde novelas que marcaron los aconteceres históricos, hasta panfletos de superación personal y best-sellers dedicados a captar la imaginación adolescente.
En 1941, un escritor y un dibujante decidieron iniciar una casa de imprenta en un sótano de París. La ocupación alemana comenzaba a expandirse por Francia, donde el gobierno de Pétain le abrió las puertas al enemigo histórico. “Las Ediciones de la Medianoche” (Les Éditions de Minuit) nacieron en clandestinidad, pena e incertidumbre.
Pero las circunstancias no son lo único que hace especial a esta editorial. “Las Ediciones de la Medianoche” no se limitó a difundir panfletos antifascistas, mensajes libertarios y llamados patrióticos. La imprenta de Jean Bruller y Pierre de Lescure decidió imprimir novelas. El primer libro de la imprenta, El Silencio del Mar, es una novela corta de Jean Bruller, bajo el seudónimo Vercors.
En un pequeño pueblo del norte de Francia, un hombre viejo y su nieta combaten la presencia del enemigo –un capitán alemán– en su propia casa. Su combate es sencillo y cotidiano: el silencio. Gesto simple, pero no por eso menos poderoso. El silencio se convierte en dignidad y valentía. Bajo un perfil tranquilo y callado, se arremolinan pasiones y posturas inquebrantables sobre la patria, la libertad y la cultura. El silencio inunda el relato, y lo transforma en un grito por el humanismo.
Esta editorial quebró el silencio colaboracionista, e hizo de su oficio una tormenta. Habría que recuperar el silbido de la medianoche.
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