Revista Ágora: junio 2009

El Silencio del Mar

. 14/6/09
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Muchos años han pasado desde que la editorial Progreso traducía y difundía al mundo la palabra comunista. Hoy, la decisión de imprimir un libro pocas veces denota una ideología de la casa editorial. El mercado de la impresión es altamente oligopólico, con cuatro editoras multinacionales que imprimen desde novelas que marcaron los aconteceres históricos, hasta panfletos de superación personal y best-sellers dedicados a captar la imaginación adolescente.

En 1941, un escritor y un dibujante decidieron iniciar una casa de imprenta en un sótano de París. La ocupación alemana comenzaba a expandirse por Francia, donde el gobierno de Pétain le abrió las puertas al enemigo histórico. “Las Ediciones de la Medianoche” (Les Éditions de Minuit) nacieron en clandestinidad, pena e incertidumbre.

Pero las circunstancias no son lo único que hace especial a esta editorial. “Las Ediciones de la Medianoche” no se limitó a difundir panfletos antifascistas, mensajes libertarios y llamados patrióticos. La imprenta de Jean Bruller y Pierre de Lescure decidió imprimir novelas. El primer libro de la imprenta, El Silencio del Mar, es una novela corta de Jean Bruller, bajo el seudónimo Vercors.

En un pequeño pueblo del norte de Francia, un hombre viejo y su nieta combaten la presencia del enemigo –un capitán alemán– en su propia casa. Su combate es sencillo y cotidiano: el silencio. Gesto simple, pero no por eso menos poderoso. El silencio se convierte en dignidad y valentía. Bajo un perfil tranquilo y callado, se arremolinan pasiones y posturas inquebrantables sobre la patria, la libertad y la cultura. El silencio inunda el relato, y lo transforma en un grito por el humanismo.

Esta editorial quebró el silencio colaboracionista, e hizo de su oficio una tormenta. Habría que recuperar el silbido de la medianoche.

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Crónicas de la ausencia

. 2/6/09
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Proyecto para un memorial (2005), Thierry Bal.


Si las artes visuales son lo suyo, Crónicas de la ausencia –expuesta en el Museo Rufino Tamayo hasta fines de junio– no los decepcionará. Crónicas reúne trabajos de Óscar Muñoz (Popayán, Colombia; 1951) y Rosângela Rennó (Belo Horizonte, Brasil; 1962) ligados entre sí por explorar y replantear relaciones diversas entre las imágenes y los tiempos, entre la memoria y la amnesia; imágenes, tiempos, memorias y amnesias no sólo individuales sino también colectivas.

Personalmente –sigo por aquí para no repetir el planteamiento curaturial de Daniela Pérez– lo más impresionante de Crónicas es la manera en la que Muñoz y Rennó tratan desde varios ángulos la cuestión de la fragilidad y finitud de la vida; sus piezas nos hablan del fulgor de lo efímero, perpetuándolo y –paradójicamente– acentuando así su brevedad. Es la manera en las obras de Muñoz y Rennó se acercan a un tema que las palabras no agotan lo que hace que el observador pueda quedarse maravillado experimentándolas incluso por varias horas.

Si tendría que elegir dos piezas de la exposición, me quedo con Proyecto para un memorial (2005), video–instalación en la que Muñoz intenta una y otra vez –en vano– la conservación de cinco rostros de desaparecidos colombianos, dibujándolos, con agua sobre el concreto; y con Bibliotheca (2002), instalación en la que Rennó recupera una serie de álbumes fotográficos abandonados y articula algunas de sus fotografías en una narración que obedece a un nuevo orden, devolviéndoles por un momento la importancia que tuvieron alguna vez.

En fin, lo que diga es insuficiente. Vayan ustedes y experimenten y juzguen por su cuenta.

[Sobre el que escribe: Pablo R. Barriga (Cochabamba, Bolivia; 1985) es aprendiz de filósofo-artista. Actualmente estudia Ciencia política en El Colegio de México.]

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