Revista Ágora: STEREO: Regresando de Woodstock, camino a Coachella

STEREO: Regresando de Woodstock, camino a Coachella

. 28/4/10
  • Agregar a Technorati
  • Agregar a Del.icio.us
  • Agregar a DiggIt!
  • Agregar a Yahoo!
  • Agregar a Google
  • Agregar a Meneame
  • Agregar a Furl
  • Agregar a Reddit
  • Agregar a Magnolia
  • Agregar a Blinklist
  • Agregar a Blogmarks


Peregrinación se define como el viaje de un creyente (o grupo de creyentes) hacia un lugar sagrado según la religión de cada uno, y se trata de un rito en común de las religiones más grandes del mundo: uno de los cinco pilares del islam es la peregrinación a la Mecca y todo muslumán debe asistir a ella por lo menos una vez en su vida. En el catolicismo durante los años de Jubileo se ganan indulgencias por hacer peregrinaje a distintos templos, y además a lo largo del año los fieles piden favores y expían pecados haciendo travesías masivas hasta distintas iglesias. El pueblo judío celebra el Shalosh Regalim, también conocido como las tres fiestas de peregrinación. Los budistas realizan largas caminatas en silencio de un tiemplo a otro... pero, ¿y los paganos?, los paganos también peregrinamos. Durante el mes de abril de cada año miles de personas de todo el mundo buscan llegar a las carpas de Indio, California, para ser parte del festival Coachella; cada año si no se puede, de perdida se intenta hacer la travesíal, y con uno de los festivales más concurrido de los últimos cuatro años se da por comenzada la temporada de festivales musicales y pregrinaciones paganas, que se extiende a lo largo del verano con inumerables festivales a lo largo del continente americano y europeo.

Los festivales de culto han cambiado de nombre, lugar y sede, del mismo modo en que han cambiado la historia. Parecería que cada generación que llega al mundo cree haber inventado la música y, desde Woodstock, junto con esta revelación ha llegado la responsabilidad casi obligatoria de dejar su marca mediante un festival masivo. El cambio ha sido parte del proceso, pues las generaciones que necesitaban manifestar su descontento ante la Guerra Fría y los ataques en Vietnam son distintas de aquellas que se indignaron ante la hambruna en África o la reelección de George W. Bush.

Esta fiebre por los festivales musicales encuentra su origen en Woodstock, por haber sido éste el primer festival artístico masivo que se utilizó como foro político y social. Actualmente más del triple de personas de las que cabían en el venio de Woodstock afirman haber estado en Bethel, Nueva York coreando el lema de “tres días de paz y música”. El subtexto político y pacifista del festival que ahora se recuerda como “hippie” no es una casualidad, pues se llevó a cabo en plena Guerra Fría y durante los sanguinarios años de la Guerra de Vietnam. Previos a Woodstock había habido otros festivales musicales, pero nunca antes la música había unido a una generación en un entorno tan violento y nunca antes una generación había hecho escuchar su voz mediante un concierto. Años después, Live Aid retomaría la idea de organizar a la sociedad a través de la música mediante la tranmisión simultánea de diez conciertos, todos con el objetivo de juntar fondos para ayudar a los esfuerzos en favor de la erradicación del hambre en África, con headliners de la talla de Queen, David Bowie, Mick Jagger y Bob Dylan, unidos al avance de la tecnología en comunicaciones, el festival se convirtió en el concierto con más espectadores de la historia.

El paso de los años y el éxito de los festivales de música han hecho que los haya en todas las épocas del año y zonas del globo terráqueo, al tiempo que se han ido abriendo espacios para cualquier cantidad de géneros músicales; sin embargo, una cosa permanece constante: los festivales más concurridos siempre están un paso más adelante, atrayendo público y artistas de todas partes del mundo que se reúnen para disfrutar de un concierto y una experiencia única, al tiempo que hacen demandas políticas (como las declaraciones en contra de Bush que hizo Madonna en Coachella 2006), piden apoyo humanitario (este año en South by Southwest se pedían y canalizaban donativos para Haití) o denuncian faltas a derechos humanos (el festival de Bonnaroo está apoyando la campaña por el libre acceso a agua limpia e instituciones de salud vendiendo boletos “verdes”)... en fin, lo común de los festivales que se vuelven legendarios es que van mucho más allá de la música, y con los headliners de los más grandes del momento –Coachella, Bonaroo, Summerfest, Rock Werchter y Isle of Wight-- era de esperarse que la mayoría de nosotros intentemos por todos los medios posibles llegar, aunque sea una vez en la vida, a las proverbiales carpas.

Rocío Paniagua

6 Comentarios:

Chio Paniagua dijo...

la imagen es del festival "Ultra Music"

Anónimo dijo...

Yo pondría por delante de Coachella a Glastonbury, al reciente, pero cada vez más importante, T In The Park (y su hermano el T In The Fringe), a Lollapalooza y, quizá ya a la par, Roskilde Y Reading Festival. Por lo demás, creo que es buen artículo.

Chio Paniagua dijo...

Por cuestiones de extensión hubo varios festivales que ya no pude mencionar. No obstante, Glastonbury lo dejé fuera porque el público es principalmente europeo, aunque tienes razón, en cuestiones de artistas es de los más grandes. Lollapalooza sí tengo que diferir, porque me parece más un festival para engrandecer los egos de sus organizadores (igualito que Ozzfest que de hecho se desprendió de Lollapalooza por un pleito con Ozzy) y ya pasaron sus buenos años, lo están tratando de retomar, pero sin mucho éxito. Los otros tres no podría estar más de acuerdo, pero igual, ya hay tantos festivales, que podríamos escribir un libro e igual quedaría alguno sin mencionar. ¡Gracias por leer!

Pepe dijo...

Chio, me pareció bastante divertida, y cierta, la analogía entre las peregrinaciones religiosas y las nuevas caminatas seculares en busca de la música como medio de expresión, no sólo artística y cultural, sino también, como tú bien lo dijiste, política y social. Es esta última idea la que más me llama la atención, se presenta una comunidad musical que se rastrea hasta la ópera del siglo del XIX, en la cual se desdibujan las fronteras entre individuos, por ejemplo clase social, y prevalece el gusto por cierta expresión musical, la cual evoluciona, porque a fin de cuentas la música es expresión en sí misma, en un medio por el cual el artista x se convierte en portavoz de las ideas y demandas de todo un estrato que lo sigue … así entre Verdi y Madona se encuentran puntos convergentes a pesar de las enormes diferencias entre ellos :D

Fernanda dijo...

Chío!
Me encantó :) Mil felicidades y bienvenida al blog de Ágora. Me trajo muy buenos recuerdos de mi concurso "Fernanda se va de Rockstar a Coachella en Infinitum" jajaja :)
Sigue escribiendo cosas rockanroleras y musicales :)

Chio Paniagua dijo...

¡Exacto Pepe!, esa idea fue justo la que me impulsó a escribir la columna, pues creo que en festivales musicales hay muchas más cosas que los artistas de moda. Conozco a varios que empezarían a despotricar por la analogía Verdi-Madonna, pero a mí me parece adecuada en este contexto en específico, además eso es lo fantástico de la música: que hay pa todos.
Fer, por supuesto que seguiré escribiendo y el próximo año seguiremos intentando por todos los medios posibles llegar a Coachella ;)