Inocular:
Introducir un virus o enfermedad contagiosa a un organismo.
Pervertir, infectar, contaminar.
Inoculare: in (hacia dentro) oculus (ojo).
La lectura es una infección anónima – nadie es capaz de señalar al culpable. En principio, es una actividad inocente y curiosa, pero las palabras son cosa de cuidado, especialmente si han sido carcomidas por el germen literario: cada palabra conspira contra esa pureza interesada del lector, lo amarra y lo consume poco a poco, lo devora y lo envenena. La contaminación ocular es probablemente el deleite más terrible y quien no haya caído en la adicción es porque no se ha arriesgado a probar las letras duras: las que nos ponen al desnudo frente a un mundo hecho de ojos.
No existe el verbo pervertir en el mal sentido; tampoco en el bueno. En realidad la perversión es un acto de franqueza. La franqueza, sin embargo, es por lo común una carencia humana (la conciencia sólo parece servir para avergonzarse de sí misma). Sin embargo, tenemos una cura: someterse a un proceso intensivo de inoculación. Un contagio de parcialidad, de la más sincera y arbitraria parcialidad. De honestidad dura e injustificada. Cualquier intento de lógica positiva será inútil: hablamos de terrorismo literario, del exterminio doloroso de todo lo objetivo y lo correcto. No hay buenas razones para que así sea. Malas, habrá muchas. Y por eso mismo importa: la razón no es suficiente para explicarse a sí misma. Olvidemos la lógica y hablemos de lo realmente importante.
Leer es dejar entrar el mundo por los ojos, reconocer en la repetición cotidiana de ese hecho simple, inexplicable y perdido en la memoria de que somos y vivimos. Pasamos por alto el universo conteniéndolo sobre las pestañas. Nos pesa que sea tan inexplicable. Desconocemos, negamos y olvidamos. Por eso la literatura nos despierta, porque puede darle a las palabras todo aquello que no dicen sobre el mundo. Las letras nos arrojan ante él y a la vez ante nosotros mismos. Nos fuerzan a cuestionarlo todo a cada segundo; lo cotidiano no acepta rodeos, ni un tal vez por respuesta. Hay que mirar escuchando, hay que escuchar mirando, y las palabras nos permiten hacer ambas cosas, de manera que encontremos nuestras propias respuestas a lo habitual, a lo de siempre, a lo que no queremos preguntarnos.
Por estas razones, es natural que la literatura sea grosera. Se impregna, intolerante a la moral y la decencia, nos genera náusea y risa. Nos ofende y nos provoca. Lo bueno es que también es una actividad peligrosa. No porque las ideas sean en sí mismas un peligro, sino porque son nuestras ideas. Leer es leernos, y el vértigo seguro está entre sus efectos secundarios, lo mismo que la vergüenza, normalmente acompañada de la autocensura – y, si se los conoce, la censura a los autores del escándalo – y la autohumillación. Nos abre un ojo en cada víscera, un juez de cada pensamiento, un ojo que descubre y persigue crímenes y deseos, atraído por el espectáculo repugnante, absurdo y por lo general horripilante de ser uno mismo.
Sobra decir que la inoculación jamás podrá curar la cobardía porque es ella su principal enemigo. A quienes no deseen someterse al contagio de las letras duras, se les comprende – ya se ocuparán ellos mismos de nunca perdonarse –: a duras penas se soportan las miradas ajenas; en la propia, se rompe la delgada línea que separa la razón clara y luminosa del misterio crudo y real de la naturaleza.
[Sobre las autoras: América Vera y Camila Paz Paredes son estudiantes de licenciatura en El Colegio de México, escribirán cada semana reflexiones literarias sobre lo cotidiano.]
3 Comentarios:
Camila y América son un peligro para México
Si, ambas son un peligro, pero no para México, sino para el tedioso conservatismo burocrático que plaga los salones de esta escuela. Chicas, felicidades, no sólo parecen ser un parteaguas en una actividad muy descuidada por todos los demás, sino que además han juntado el coraje y la autocrítica necesaria para publicar sus pensamientos, esos que a simple vista parecen ser banales, pero que si los lees con atención, resultan más relevantes que toda la política junta: la literatura, la única llave de la vdia cotidiana, la verdaderamente importante.
Posdatta: Ahora tienen una responsabilidad moral ehhh, nada de desanimarse con este proyectito...
Si, ambas son un peligro, pero no para México, sino para el tedioso conservatismo burocrático que plaga los salones de esta escuela. Chicas, felicidades, no sólo parecen ser un parteaguas en una actividad muy descuidada por todos los demás, sino que además han juntado el coraje y la autocrítica necesaria para publicar sus pensamientos, esos que a simple vista parecen ser banales, pero que si los lees con atención, resultan más relevantes que toda la política junta: la literatura, la única llave de la vida cotidiana, la verdaderamente importante.
Posdatta: Ahora tienen una responsabilidad moral ehhh, nada de desanimarse con este proyectito...
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